El misterio de las zanahorias robadas – 1
Cuento.
Érase una vez una niña llamada Lucía, de pelo rojo como las manzanas y ojos verdes como las hojas. La pequeña Lucía vivía en una bonita casa pintada de azul, y si algo le gustaba a la pequeña de aquella casa, era el huerto que su madre tenía en el jardín.
Al ser un jardín grande, su madre había plantado muchas frutas y verduras, incluso había un manzano que daba las manzanitas más deliciosas del mundo.
Pero lo que más le gustaba a Lucía de aquel huerto eran las zanahorias, porque con ellas su madre hacía su famoso pastel de zanahoria, que era tan delicioso que todos en el vecindario querían siempre un trozo.
Un día, sin embargo, sucedió algo muy extraño cuando la mamá de Lucía se dirigió al huerto, como de costumbre, para recoger unas zanahorias con las que hacer su famoso pastel, y es que… ¡No había ninguna!
Ante aquel contratiempo la mamá de Lucía pensó que sería mejor ir al supermercado, cuando de repente la pequeña Lucía insistió para que no lo hiciera:
Lo que hace especial tu pastel de zanahorias es que las cultivas en tu huerto con amor, mamá —dijo la pequeña—, además, hay algunas zanahorias que pronto estarán listas para cosecharse de nuevo y podemos plantar algunas más.
Y así lo hicieron, por lo que tuvieron que esperar pacientemente para volver a probar un pastel de zanahoria tan delicioso. Sin embargo, cuando intentaron recoger las nuevas zanahorias que ya habían crecido para hacer un rico pastel, de nuevo las zanahorias habían desaparecido:
Yo creo que alguien se las está comiendo, creo que hay un rastro —concluyó Lucía, como si fuera una pequeña Sherlock Holmes.
Sí, eso parece hija, pero ¿quién?
Me temo que habrá que averiguarlo.