La bruja que quería ser rica -2

Quiero un saco de oro por cada joven al que descubras diciendo una mentira.
– De acuerdo. Así lo haremos.

Al día siguiente, el anciano regresó a ver a la bruja, y le dijo:

Te traigo cinco sacos de oro, uno por cada mentiroso que llegó a mi casa haciéndose pasar por un hombre honrado y con honorables pretensiones en la vida.

Cuando la bruja fue a coger los sacos de oro, el anciano le cogió la mano y le dijo:

– Lo más curioso es que los cinco me dijeron que una bruja les había dado una pócima para hacerme creer que ellos eran los elegidos. ¿Sabes algo de esto?

La bruja, que era muy astuta, no quería decirle ninguna mentira, por si acaso el anciano conservaba todavía parte de la pócima de la verdad que le había dado, así que respondió dando un rodeo.
Hay muchas brujas en este lugar, ¿por qué iba yo a saber nada?
– Los cinco jóvenes me han dicho que has sido tú -dijo el anciano-.
– ¿Acaso te han dado alguna prueba que demuestre lo que dicen?
– Los frascos con sus pócimas son iguales al que me diste a mí con la pócima de la verdad .Compruébalo tú misma.
La bruja quiso aprovechar ese momento para rociar al anciano con la pócima de perder la memoria, pero éste fue más rápido y le echó a la bruja el resto de la pócima de la verdad que le quedaba. A la bruja no le quedó otra que que confesar sus planes..
Poco después llegaron los jóvenes a los que les había vendido la pócima para hacerse con la herencia del anciano pidiendo explicaciones. A la bruja todavía le duraban los efectos de la pócima de la verdad, así que les confesó que les había dado a los tres la misma pócima. Los jóvenes recuperaron cada uno su saco de oro y se fueron de allí, dejando a la bruja avariciosa tan pobre como siempre.

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