Teodora, la bruja de la escoba voladora -2
Los niños bajaron a la calle atraídos por aquellas burbujas pero cuando estaban muy cerca de una de ellas, ésta los atrapaba, quedando dentro sin poder salir.
Todas las burbujas empezaron a elevarse por los aires y se juntaron hasta formar una enorme burbuja en cuyo interior estaban atrapados todos los niños y niñas del pueblo.
– ¡Socorro! ¡Queremos salir! – gritaba un niño más mayor mientras golpeaba las paredes de la burbuja.
– ¡Que alguien nos saque de aquí por favor! – sollozaba otra niña.
– ¡Bien! ¡Por fin lo he conseguido! – decía Teodora desde su escoba.
La bruja condujo a la gran burbuja hasta su casa en el bosque y una vez allí dijo de nuevo las palabras mágicas para que esta reventara. Cuando los niños tocaron el suelo estaban tan asustados de la bruja que ninguno se atrevió a decir nada o a moverse. Sólo se escuchaba el llanto de alguno de los niños más pequeños.
– No, por favor. No quiero que lloréis, no os voy a hacer nada malo – dijo Teodora
Siento haber utilizado mi magia para traeros hasta aquí… quizá no haya sido la mejor forma. Pero sabía que si os preguntaba si queríais venir conmigo a jugar no iba a venir nadie. Y yo me siento muy sola. Sólo quiero amigos con los que jugar.
Los niños miraban a la bruja con los ojos y la boca muy abierta. No se imaginaban que Teodora fuera una bruja buena aunque en realidad nunca había hecho daño a nadie como para que pensaran lo contrario.
Al final, el más mayor dio un paso al frente y habló en nombre de todos.
– Teodora, si no hemos venido antes hasta aquí es porque pensábamos que nos harías algo malo. Como eres una bruja…
– Ya lo sé. Es normal. Soy una bruja sí, pero lo soy porque mi madre y mi abuela también lo eran. Vivo aquí sola porque todo el mundo se asusta cuando me ve por la calle y a mi no me gusta asustar a los demás.
– Entonces si nos quedamos, ¿podremos jugar?
– ¡Claro que sí! Me sé muchísimos juegos. Veréis como nos lo pasamos muy bien.
Los niños y la bruja pasaron la tarde entre risas y juegos y Teodora logró ganarse la confianza de los niños demostrándoles que no era la bruja mala que aparentaba ser.