Cuento el milagro de los claveles
Ya habia pasado Pedro de San Jose de Bethancourt de la Hosteria de Diego de Viches, llena de tejedores y tintoreros procedentes de telares y obrajes locales. Todo el no era sino don, que se ofrecia inagotablemente, abnegacion tal y tan candorosa, que se ignoraba a si misma. Como se dan el agua, el viento y la luz.
Encontro su verdadera ciencia en el corazon:
por el se fue la vida. Cuidaba enfermos como Vicente de Paul.
El hermano sonaba la campanilla para recordar a los desprevenidos la brevedad de los dias y el cuidado de la salvacion eterna.
Vibracion metalica y fina que iba urgiendo oraciones y estimulando penitencias.
Al pasar por la casa de don Rodrigo de Arias Maldonado, marques de Talamanca, oyo una suplica, se acerco y pudo reconocer a una a una pobre mujer que demandaba la caridad, se echo sobre los hombros, paso por el Palacio de los Capitanes, la plaza central y se dirigio rumbo al hospital.
En su camino escucho unos gritos, un conflicto habia terminado con la vida de un joven, mientras la novia lloraba la perdida.
Llego al hospital, ubico a la enferma en su cama y le llevo una tinaja de agua para calmar su sed.
A la mañana siguiente, alguien llamo a la puerta del hospital, era la misma joven que habia perdido a su amado. Ella le conto lo sucedido y le pidio su amparo.
Deseaba apartarse del mundo para ocultar su verguenza y dolor, pero antes queria darle el ultimo adios y llevarle flores a quien por ella habia dejado de existir.
El hermano Pedro, pidio que lo siguier, pues era la voluntad de Dios.
Salieron, en un paso cruzaron el rio Pensativo hast llegar al lugar.
Ella lloro sobre la tierra removida mientras se cubria son su delantal.
Pedro estaba en oracion. Y sucedio el milagro.
La tela se cubrio de claveles que se desbordaron sobre la tumba hasta dejarla cubierta de color purpura.