El jardín de Dulceflor – 2

Así que esa tarde cogió el frasquito pero de tantas ganas que tenía de tener el jardín más hermoso del reino…acabó echando el frasco entero.

Pero cuando al día siguiente despertó y se asomó a la ventana para ver su jardín Dulceflor vio que las flores estaban marchitándose y que la hierba empezaba a cambiar de color. Buscó rápidamente el frasquito de la pócima mágica, pero no quedaba nada. Entonces observó que había un mensaje grabado en la base de la pequeña botella que decía: “Búscame en el bosque”.

Dulceflor fue al bosque en busca de más pócima mágica, pensando que el hombre que se la había proporcionado quizá tendría un poco más. Después de caminar varias horas logró dar con él.
– Buen hombre, necesito tu ayuda, mi jardín se muere
– ¡¿De veras?! ¿Qué ha pasado?
– No lo sé, yo sólo eché unas gotitas como me dijiste-explicó la princesa.
– Um… que raro Te dije que echaras unas gotitas y lo mantuvieras con tu esfuerzo y tu trabajo. ¿Es eso lo que has hecho?
– La verdad es que no.. lo siento… Yo sólo quería que mi jardín fuera el más bello y ahora… ahora se está marchitando – dijo la niña entre lágrimas.
– En ese caso lo siento pero no puedo hacer nada por ti. Tendrás que volver a casa.

La niña regreso muy triste a su palacio.

Cuando llegó, todo su jardín estaba mustio. Se tapó la cara con las manos y empezó a llorar. Sus padres se acercaron al verla y Dulceflor les explicó muy arrepentida lo que había ocurrido.
– Bueno hija mía, ya basta de lágrimas. Seguro que has aprendido la lección. Además, quizá aún tengas una oportunidad de conseguir un jardín hermoso. Levanta la cabeza y mira eso – dijo su padre el Rey.

Al fondo del jardín marchito había una pequeña zona en la que había quedado un poco de hierba sana a la que no había llegado la pócima.

Durante días Dulceflor regó y cuidó esa pequeña porción de tierra hasta que finalmente y al cabo de un tiempo, acabó teniendo un pequeño jardín que aunque nunca llegara a ser tan grande y maravilloso como el que había conseguido con la pócima, le hizo feliz con cada nueva flor.

Así cuando le preguntaban cuál era el secreto para tener una jardín tan bonito ella siempre respondía: ¡Trabajar duro y disfrutar con cada pequeño detalle!.

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