El ladrón de pasteles -1
Alba era una niña a la que le encantaba la repostería y que de mayor quería ser pastelera. En su casa siempre había algún bizcocho, pastel o tarta porque siempre que podía preparaba uno para comérselo en la merienda y compartirlo con toda la familia.
Alba hacía pasteles de chocolate, bizcochos de limón, tarta de queso y un montón de cosas más.
Los hacía con mucho cariño y esmero y siempre le quedaban muy bonitos porque los decoraba haciendo formas y añadiendo virutas de chocolate y detalles de colores.
Un día, Alba empezó a darse cuenta de que estaba pasando algo extraño. Cuando hacía un pastel siempre lo dejaba reposar por la noche para comerlo con la familia al día siguiente, pero desde hacía unos días todo lo que encontraba por la mañana era un trocito de pastel en vez del pastel entero. ¡Alguien se estaba comiendo sus pasteles!
Mamá, ¿te has comido tu el pastel que preparé? – preguntó Alba
– No cariño, yo no he sido – respondió su madre
– ¿Has sido tu papá?
– No, yo tampoco
Alba sabía que algo raro estaba pasando, así que esperó a que llegara a casa su hermano Miguel para preguntarle. Y cuando por fin llegó, Alba se quedó muda con la historia que le contó su hermano:
– Alba, yo creo que sé lo que está pasando. Verás, hay un monstruo grande y gordinflón que por las noches se mete en las casas y se come todos los pasteles, las tartas y los bizcochos que prepararan los niños. Estoy segurísimo de que el monstruo se ha enterado de lo ricos que están tus postres y te los está robando.
Alba se quedó muy sorprendida, pero pensó que podía ser cierto, así que pensó un plan para dar un escarmiento al monstruo ladrón de pasteles.
Irene Hernández