El mapa congelado – 2

¡Lo logramos! ¿Qué sigue?

—Ahora vienen las cuevas. Según el mapa, están escondidas tras esa gran roca.

Cuando llegaron a la cueva, tuvieron que resolver un acertijo tallado en una placa de madera:
«Lo que más valoras no brilla, pero llena tu corazón. ¿Qué es?»

Eso es fácil —dijo Maya, pensando en su abuelo—. ¡La familia!

Al decir esto, la roca se movió lentamente, revelando una entrada secreta. Dentro, la cueva estaba llena de objetos que pertenecían al abuelo: un cuaderno de cuero, herramientas de explorador y una caja llena de cartas y fotos.

Quique abrió una carta y leyó en voz alta:

Queridos Maya y Quique, si están leyendo esto, significa que han decidido vivir una aventura, como siempre soñé para ustedes. Recuerden que el verdadero tesoro no está en el oro, sino en los recuerdos que crean juntos. Estoy orgulloso de ustedes. Con cariño, el abuelo.»

Los dos hermanos se miraron emocionados, y Maya abrazó a Quique.

—Esto es mejor que cualquier cofre lleno de monedas, ¿no crees? —dijo Quique, acariciando a Tundra.

—Es el mejor tesoro de todos —respondió Maya, sonriendo.

Cuando regresaron a casa, el mapa volvió a su lugar especial, pero la aventura quedó grabada en sus corazones. Desde ese día, Quique y Maya prometieron seguir explorando juntos, siempre llevando a Tundra como su fiel compañero. Porque ahora sabían que las mejores aventuras eran aquellas que vivían en familia.

 

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