La bruja que quería ser rica -1
Había una vez una bruja pobre que se ganaba la vida haciendo pócimas por encargo.
La bruja hacía todo tipo de mejunjes sin importarle cuál sería su uso a cambio de unas monedas.
Un día, la anciana bruja recibió la visita de un joven que quería heredar toda la fortuna de un anciano rico que había prometido dejar toda su fortuna al joven más honrado que hubiera en el país. La bruja vio la oportunidad de hacerse rica y le dijo al joven:
– Está bien, te preparé la pócima. Pero a cambio quiero un saco de oro.
– Está bien. Aquí lo tienes.
Cuatro muchachos más pasaron por casa de la bruja buscando lo mismo a lo largo del día, y a los cuatro les vendió la misma pócima a cambio de un saco de oro sin decirles que ya había vendido más pócimas iguales que esa.
– Cuando lo descubran y vuelvan a por su oro les rociaré con una pócima para que pierdan la memoria y no recuerden nada de lo que ha ocurrido – pensó la bruja.
Al final del día, la bruja recibió la visita de un anciano rico que quería una pócima de la verdad.
La bruja enseguida se dio cuenta de que ese anciano era el mismo al que querían robar los jóvenes que le habían comprado las pócimas ese día, pero no dijo nada y le entregó al anciano la pócima de la verdad.
La bruja que quería ser rica Había una vez una bruja pobre que se ganaba la vida haciendo pócimas por encargo.
La bruja hacía todo tipo de mejunjes sin importarle cuál sería su uso a cambio de unas monedas.
Un día, la anciana bruja recibió la visita de un joven que quería heredar toda la fortuna de un anciano rico que había prometido dejar toda su fortuna al joven más honrado que hubiera en el país. La bruja vio la oportunidad de hacerse rica y le dijo al joven:
– Está bien, te preparé la pócima. Pero a cambio quiero un saco de oro.
– Está bien. Aquí lo tienes.
Cuatro muchachos más pasaron por casa de la bruja buscando lo mismo a lo largo del día, y a los cuatro les vendió la misma pócima a cambio de un saco de oro sin decirles que ya había vendido más pócimas iguales que esa.
– Cuando lo descubran y vuelvan a por su oro les rociaré con una pócima para que pierdan la memoria y no recuerden nada de lo que ha ocurrido – pensó la bruja.
Al final del día, la bruja recibió la visita de un anciano rico que quería una pócima de la verdad.
La bruja enseguida se dio cuenta de que ese anciano era el mismo al que querían robar los jóvenes que le habían comprado las pócimas ese día, pero no dijo nada y le entregó al anciano la pócima de la verdad.
-¿Qué quieres a cambio? – preguntó el anciano.
La anciana llevada por la avaricia, le contestó:
– Quiero un saco de oro por cada joven al que descubras diciendo una mentira.
– De acuerdo. Así lo haremos.
Al día siguiente, el anciano regresó a ver a la bruja, y le dijo:
Por/ Eva María Rodríguez