Un intruso en el taller de Papá Noel -1
En el taller de Papá Noel se trabaja todo el año para que la mañana de Navidad amanezcan las casas de los niños llenas de juguetes. Los ayudantes de Papá Noel son unos elfos muy trabajadores que no quieren que nadie se quede sin regalos.
Pero ese año al taller llegó un elfo que no tenía ganas de trabajar. Estaba todo el día protestando porque nada le parecía bien. Unos días tenía frío, otros estaba cansado, casi siempre tenía sueño y no había momento en el que no estuviera de mal humor por algo.
Al principio, los demás elfos le ayudaban e intentaban que se sintiera mejor. Poco a poco, empezaron a hacer su trabajo, hasta que el nuevo elfo dejó de trabajar para que se lo hicieran todo.
Los otros elfos empezaron a estar realmente cansados, porque tenían que hacer su trabajo y el del elfo vago y protestón. Poco a poco, el agotamiento y el mal humor empezaron a extenderse, y la alegría que había en el taller de Papá Noel desapareció.
Se acercaba la Nochebuena y los regalos debían estar ya listos para empezar a cargar en el trineo. Así que Papá Noel fue a supervisar el trabajo y a empezar con los preparativos. Pero cuando llegó se llevó un susto tremendo. Los elfos estaban tristes y enfadados y no paraban de discutir. Pero Papá Noel no había descubierto lo peor: ¡Los regalos no estaban listos!
-¿Qué ha pasado aquí? -preguntó Papá Noel -. ¿Por qué discutís? ¿Por qué estáis enfadados?
Los elfos quisieron explicarse, pero montaron tal jaleo que era imposible que Papá Noel se enterara de nada.
En ese momento, el elfo vago se transformó, y descubrió su verdadera identidad.
-¡Es el Brujo Robasueños! -gritaron los elfos, asustados.
-¡Ja ja ja! – se rió el Brujo -. He estropeado la Navidad y he destruido los sueños de miles de niños que mañana se encontrarán que no hay juguetes para ellos.
Y el brujo se escapó corriendo antes de que Papá Noel o los elfos pudieran reaccionar.
P/Eva María Rodríguez