Una excursión accidentada -1

Pedro y sus hermanos, Juan y Alberto, se despertaron aquella mañana con ganas de salir de excursión por el bosque. Su padre, que era un gran aventurero, se animó a acompañarlos.

Has cogido la bebida, Pedro?
– Sí, papá.
– ¿Has cogido los bocadillos, Juan?
– Sí, papá.
– ¿Has cogido la brújula, Alberto?
– Sí, papá.
– ¿Habéis cogido el botiquín, hijos?
– Sí, papá. Lo hemos cogido todo.
– Entonces, ¡en marcha!

Al principio todo fue bien, pero no tardaron en empezar a tener problemas.

– ¿Has visto esas nubes negras en el horizonte, papá? -dijo Pedro.
– Tranquilos, hijos. He mirado el pronóstico del tiempo y las probabilidades de lluvia no son muchas. Hay que darse prisa. Seguro que regresamos antes de que lleguen las nubes.

Y entonces… ¡cataplás! El buen hombre se tropezó con una piedra y se cayó al suelo.

– ¡Papá! ¿Estás bien? -dijeron los tres hermanos a la vez.
– Sí, hijos. Esto me pasa por ir caminando sin mirar al suelo.

El hombre se levantó, pero no estaba del todo bien. Se había hecho daño en un brazo y cojeaba de una pierna.

– Te has hecho daño en el tobillo, papá -dijo Alberto, soltando la mochila para levantar a su padre.
– No es nada. Debemos continuar o nos pillará la tormenta.
– Pedro ayúdame a levantar a papá. Tú por un lado y yo por el otro -dijo Alberto-. Juan, coge las mochilas.

Entonces, el viento se levantó. Soplaba con fuerza.

– ¡Deprisa, hijos, la tormenta llegará enseguida con este viento tan fuerte!
– Pero, ¡si apenas puedes caminar, papá! -dijeron los tres hermanos a la vez
– Mirad, parece que allí hay un refugio. Vayamos allí.

P/Eva María Rodríguez.

Cuentos Cortos.

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