Cuento el ganso de oro -1

Había una vez un hombre que tenía tres hijos. Al más joven de los tres lo llamaban Tontín, y era despreciado, burlado, y dejado de lado en cada ocasión.

Un día, quiso el hijo mayor ir al bosque a cortar leña, su madre le dio una deliciosa torta de huevo y una botella de leche para que no pasara hambre ni sed. Al llegar al bosque se encontró con un hombrecillo de pelo gris y muy viejo que lo saludó cortésmente y le dijo: — Por favor dame un trozo de torta y un sorbo de tu leche, pues estoy hambriento y sediento. —Si te doy pastel y leche, me quedaré sin qué comer —respondió el hijo mayor—. Y dejó plantado al hombrecillo para seguir su camino.

Pero cuando comenzó a talar un árbol, dio un golpe equivocado y se lastimó el brazo con el hacha, por lo que tuvo que regresar a casa. Con ese golpe, pagó por su comportamiento con el hombrecillo. A continuación, partió el segundo hijo al bosque y como al mayor, su madre le dio una deliciosa torta y una botella de leche.

También le salió al paso el hombrecillo gris y le pidió un trocito de torta y un sorbo de leche. El segundo hijo le contestó con desprecio: —Si te doy, me quedo sin qué comer—. Sin más, dejó al hombrecillo y siguió su camino hacia el árbol más frondoso.

El castigo no se hizo esperar; no había dado más que unos pocos hachazos, cuando se golpeó la pierna y tuvo que regresar a casa. En ese momento, dijo Tontín: —Padre, déjame ir a cortar leña. El padre contestó: —Tus hermanos se han hecho daño, así que déjalo ya.

Tú no entiendes nada de esto. Pero Tontín insistió tanto, que finalmente el padre dijo: —Anda, ve; ya aprenderás a fuerza de golpes. La madre le dio una torta que había hecho con agua y harina y una botella de leche agria. Cuando llegó al bosque, se tropezó con el viejo hombrecillo gris que lo saludó y le dijo: — Por favor dame un trozo de torta y un trago de tu botella, pues tengo mucha hambre y sed.

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