Rescate en la nieve -1

Era la primera nieve del invierno. Todo estaba cubierto con un intenso manto blanco. Los árboles resistían el peso de la nieve en sus ramas mientras el sol brillaba con intensidad. Desde la cabaña donde estaban Marco y su hermana la vistas eran maravillosas.

Marco y su familia habían pasado la noche en un refugio de montaña que habían heredado de los abuelos. Era un lugar tranquilo y solitario donde podían disfrutar de la naturaleza.

Aquella noche no esperaban que nevara, y cuando al amanecer se encontraron aquel espectáculo no pudieron resistirlo. Marco y su hermana salieron corriendo a tirarse bolas de nieve y a hacer un muñeco enorme con botones en los ojos y una zanahoria en la nariz.

A lo lejos vieron llegar un perro que parecía exhausto. El pobre animal estaba herido y tiritaba de frío. En cuanto vio a los niños se puso a ladrar con las pocas fuerzas que le quedaban. Los niños un poco asustados por los ladridos del perro, avisaron a sus padres.
Los padres lo observaron. El perro ladraba, pero no se acercaba. Parecía querer decirles algo. Estaba inquieto y nervioso. El padre de Marco se acercó un poco más y le dio de comer al perro, pero éste, aunque parecía hambriento, no probó bocado. Marco se acercó y le dijo a su padre:
-Mira, papá, parece que lleva algo atado en el collar.
-Sí, hijo -respondió-. Parece un trozo de tela con algo escrito.

Con cuidado, el padre de Marco desató el trozo de tela. Parecía que habían escrito algo, pero la humedad había emborronado el mensaje. Con dificultad, padre e hijo consiguieron descifrar la palabra “ayuda”.

El perro cada vez estaba más nervioso. Intentaba volver sobre sus pasos y parecía estar invitando a Marco y a su padre a seguirle.
-Vamos con él, papá. Parece que hay alguien en apuros – dijo Marco.

Marco y su padre cogieron víveres y mantas, los metieron en su todoterreno y siguieron al perro. Era muy difícil conducir con tanta nieve. Tardaron un buen rato en llegar al lugar hacia el que les dirigía el valiente perro.
Refugiado bajo una pequeña cueva había un hombre malherido, que apenas podía moverse por el frío.
-Vamos, Marco, hay que llevarse a este hombre de aquí.

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