Un intruso en el taller de Papá Noel -2

¿Qué ha pasado aquí? -preguntó Papá Noel -. ¿Por qué discutís? ¿Por qué estáis enfadados?

Los elfos quisieron explicarse, pero montaron tal jaleo que era imposible que Papá Noel se enterara de nada.

En ese momento, el elfo vago se transformó, y descubrió su verdadera identidad.

-¡Es el Brujo Robasueños! -gritaron los elfos, asustados.
-¡Ja ja ja! – se rió el Brujo -. He estropeado la Navidad y he destruido los sueños de miles de niños que mañana se encontrarán que no hay juguetes para ellos.

Y el brujo se escapó corriendo antes de que Papá Noel o los elfos pudieran reaccionar.

-¿Qué haremos ahora, Papá Noel? -se lamentaron los elfos -.
-No os preocupéis, amigos, algo se nos ocurrirá

Mientras se lamentaban alguien llamó a la puerta. ¿Quién será? Uno de los elfos se acercó y, cuando abrió, se quedó de piedra. Cuando reaccionó, fue corriendo hacia donde estaban todos.
-¡Amigos, amigos, estamos salvados!
-¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo?¿Por qué? – todos preguntaban a la vez.
-En la puerta, en la puerta… Hay alguien… que… ¡Tenéis que verlo!

Papá Noel se acercó a la puerta, seguido de sus fieles ayudantes. Allí estaban la mismísima Hada de los Dientes y el mismísimo Ratoncito Pérez.

-Veníamos de recoger los dientes de hoy y hemos visto lo que ha pasado -dijo el Hada de los Dientes con dulzura.
-Y hemos pensado que, tal vez, podríamos ayudaros -siguió hablando el Ratoncito Pérez – Mirad lo que hemos traído.

El Hada de los Dientes y el Ratoncito Pérez habían acudido con toda su reserva de regalos y se los dieron a Papá Noel.

-Gracias amigos -dijo Papá Noel -. Este sí que es un gran regalo de Navidad. Ningún niño se quedará sin juguetes gracias a vosotros.

Todos los elfos aprendieron una gran lección, y no volvieron a permitir que ningún vago gruñón estropeara su trabajo y les arruinara la Navidad.

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