Cuento El avaro y el oro
El cuento sobre el avaro y el oro, recogido en las fábulas de Esopo, critica a quienes acumulan riquezas simplemente por el mero propósito de poseerlas, pero son incapaces de disfrutarlas ni darles uso alguno. Las cosas deben valorarse por su utilidad concreta, y no simplemente por su apariencia.
Un avaro que tenía muchas riquezas, las vendió todas para comprar con el dinero una única pieza de oro. Para que no se perdiera y la durara para siempre, el avaro la enterró próxima a una pared antigua y todos los días iba a cerciorarse de que siguiera allí, sin notar que un vecino siempre lo veía pasar.
Curioso, el vecino fue un día a aquel lugar para descubrir el misterio. Cuando vio que se trataba de un tesoro, lo desenterró y se robó la pieza de oro.
Al día siguiente, el avaro encontró el agujero vacío, y se lamentaba de lo que había perdido.
Pero otro vecino lo vio, y al conocer el motivo de sus lamentaciones, le dijo.
—Agradece que no ha pasado nada grave. Toma una piedra, sepúltala en el agujero y haz de cuenta de que el oro sigue allí. Da lo mismo si es oro o no, porque por tu avaricia, jamás le ibas a sacar provecho.
Moraleja: No acumules cosas por acumularlas. Estas no tienen valor por su apariencia, sino por su utilidad y provecho.
Esopo