El ratón tranquilo -Parte 1
Cuento con Valores.
El ratón no sabía que se había encontrado.
Erase un pequeño ratoncito que vivía muy feliz y tranquilo dando vueltas por el bosque. Podía correr de acá para allá con total libertad, y hasta los gatos que de vez en cuando pasaban por allí le respetaban. Pero dicha tranquilidad quedó rota por completo el día en que el ratón se topó con un extraño animal que jamás había visto. ¡Tenía una cabeza alargadísima!
El ratón no sabía que se había encontrado con un oso hormiguero, que a diferencia de él, no parecía muy tranquilo, sino con muchas ganas de actividad y de reírse un poco.
Al ratón aquello no le hubiera parecido mal, si no fuese porque aquel oso hormiguero parecía tener ganas de divertirse riéndose de él, que no le había hecho nada a nadie y correteaba siempre tan tranquilo por el bosque.
¿Con lo insignificante que eres, triste ratoncito, aún nadie ha frenado tus carreras por este bosque? ¡Sería tan fácil pisarte!- dijo muy ufano el oso hormiguero.
¿Por qué te metes conmigo? No creo haberte molestado, siempre voy a mi aire por el bosque sin comprometer a nadie y espero lo mismo del resto- le respondió el ratón entristecido.
Pero lamentablemente el ratón no obtuvo ya ninguna respuesta del oso hormiguero, y ante sus molestas risas, decidió poner rumbo a otra parte.
Mucho tiempo después el ratón iba, como de costumbre, paseando y correteando por el bosque cuando, de pronto, escuchó unos ruidos muy fuertes.
Rápidamente el ratón acudió a la zona en la que se había escuchado aquella algarabía y pudo ver de nuevo a aquel oso hormiguero que tiempo atrás se había cruzado con él para importunarle.
En esta ocasión era el oso hormiguero el que gritaba y se lamentaba, porque se había encontrado con un gran elefante que había encontrado la diversión en meterse con él.
Y el ratón, sin dudarlo un minuto, se subió al lomo del elefante, que con su gran y torpona trompa no lograba escaparse de él.
En esta ocasión era el oso hormiguero el que gritaba y se lamentaba, porque se había encontrado con un gran elefante que había encontrado la diversión en meterse con él. Y el ratón, sin dudarlo un minuto, se subió al lomo del elefante, que con su gran y torpona trompa no lograba escaparse de él.