El Sol y las nubes -1
Hace muchos años, el Sol y las nubes eran muy amigos. El Sol paseaba por el cielo y las nubes iban de un lado a otro. Cuando se encontraban, jugaban a dar luz y sombra a los niños que pasaban por debajo. A veces, cuando las nubes habían bebido mucho agua y ya estaban muy grandes, hacían que lloviera para que los ríos, los árboles y las flores siempre tuvieran agua para vivir.
Al Sol y a las nubes les encantaba pasear sobre el cielo de una aldea que estaba llena de árboles, flores y ríos. El Sol siempre quería brillar allí porque le encantaba dar luz y calor a todos los niños que salían a jugar cada día y a las nubes les gustaba dar sombra en verano y hacer llover siempre que tenían mucha agua.
Pero un día, el Sol y las nubes se pelearon porque al Sol le gustaba muchísimo estar en esa aldea y casi nunca dejaba que las nubes se quedaran allí.
– ¡Yo quiero esta aldea para mi solo! Es la que más me gusta de todas y cuando vosotras venís aquí yo no puedo brillar – dijo el Sol
Las nubes, muy tristes, intentaron explicar al Sol que eran necesarias para que los árboles tuvieran frutos, las flores crecieran y los ríos tuvieran agua, pero al Sol, que fue muy egoísta, no le importó nada.
– Vamos a preguntar a los niños si os prefieren a vosotras o me prefieren a mi. Si son más felices cuando estoy yo, vosotras no podréis volver.
Las nubes y el Sol preguntaron a los niños y ellos eligieron al Sol porque con él podrían salir todos los días a jugar.
– ¡Pero nosotras somos muy importantes! Sin nosotras los ríos, árboles y flores no tendrían agua. ¡No nos echéis de la aldea! – dijeron las nubes
Pero los niños eligieron que se quedara el Sol y las nubes, poco a poco, se fueron a otras aldeas y nunca volvieron.