El Sol y las nubes -2

Pero los niños eligieron que se quedara el Sol y las nubes, poco a poco, se fueron a otras aldeas y nunca volvieron.

Los niños de la aldea salían a jugar cada día. Siempre estaban muy contentos porque el Sol estaba allí brillando y dando cada vez más calor. Todos los días podían salir de sus casas a divertirse y jugar.

Un día, mientras jugaban cerca de un bosque, uno de los niños se dio cuenta de algo:
– ¡Mirad! ¡Mirad! Estos árboles están perdiendo sus hojas y hace ya mucho que no dan frutos

Los niños también se dieron cuenta de que ya no había tantas flores y de que el río no tenía casi agua ni tampoco peces. Entonces, se acordaron de lo que las nubes habían dicho y se dieron cuenta de que si las nubes no volvían dejarían de tener fruta de los árboles, bonitas flores y agua en los ríos para bañarse y divertirse.

Todos los niños fueron a hablar con el Sol para pedirle que las nubes volvieran. Pero el Sol, muy enfadado, dijo:
-Si vienen las nubes yo tendré que irme a otra aldea y vosotros no podréis jugar todos los días porque lloverá mucho.

El Sol seguía siendo muy egoísta, pero los niños le explicaron que la lluvia de las nubes era muy importante y que la aldea cada vez sería más triste porque los ríos, árboles y flores morirían.

El Sol acabó dándose cuenta de que había estado muy equivocado siendo tan egoísta. Así que fue a buscar a las nubes para que volvieran a compartir con él los días en aquella aldea y siguieran divirtiéndose juntos cuando se encontraran en el cielo.

Y así, todos aprendieron que tanto el Sol como las nubes eran necesarias para que los niños y la aldea, con sus ríos, árboles y flores, fueran felices.

Deja tu Comentario

comentarios